Hope Flowers, una escuela interconfesional en PalestinaÉsta es la historia de una escuela situada a seis kilómetros de Jerusalén, donde palestinos e israelíes lograron convivir, a pesar del ruido a su alrededor. El ruido no es por el jolgorio de los más revoltosos, sino por las explosiones que llegan desde el ancestral conflicto entre israelíes y palestinos. La escuela, además, está situada en medio de un territorio propicio para combates, porque desde Belén se ve y se siente esa realidad cotidiana que consiste en el cautiverio y el suicidio.
Desde hace 23 años, sin embargo, la escuela Hope Flowers, que significa Flores de Esperanza, se ha convertido en una sucesión de salones de clases en lo alto de una loma que parece haber superado siglos de conflicto con el simple, pero no menos arduo expediente, de educar sin importar el origen. Abraham Fundada como un kindergarten en 1988, el programa educativo de Hope Flowers ha incorporado esos elementos que por siglos han dividido a los pueblos de Medio Oriente. Ahí se enseñan todas las religiones que nacieron de Abraham y por las que ha muerto mucha gente.
En Hope Flowers no hay territorios ocupados ni barreras artificiales, porque los alumnos cristianos y musulmanes no son segregados, y es la primera escuela del lugar que ha invitado a rabinos para que hablen de judaísmo. Ahí también se enseña hebreo. La militancia local ve a su fundador, Hussein Issa, como un traidor, y en su ceguera sectaria el autobús de la escuela, el auto y la casa de la familia de Huseein Issa han sido incendiados. Pero él, que murió en 2000, pudo ver cómo su sueño de armonía, por muy pequeña que esta fuera, se hacía realidad. "En los años 80 se trató de una idea novedosa.
En esa época, los palestinos rechazaban la idea de hablar con los israelíes y la noción de coexistencia" dice Ghadda Ghabboun, una de las directoras de la escuela. "Pero luego de 23 años, la escuela a logrado superar la oposición de los palestinos".
Obstáculos Como suele suceder con muchas utopías, el sueño de una escuela integrada en una zona de guerra que a veces parece permanente nació de la pobreza reinante en el campo de refugiados palestinos de Deheishe, al sur de Belén. Hussein Issa sabía de esa tragedia. Él y su familia tuvieron que huir de su tierra luego de la guerra árabe-israelí de 1948.
El creador de esa idea, que parecía descabellada, decidió no dejarse llevar por el deseo de venganza, y en su lugar buscó la manera de entender el problema juntando a palestinos e israelíes. "Cuando uno habla del 'enemigo', uno no lo conoce, una crea la imagen de un monstruo, uno lo priva de toda carácter humano" filosofa el hijo de Hussein Issa, Ibrahim, otro director de la escuela. Yo veo a muchos amigos en Israel con los cuales tengo diferencias, pero tenemos algo en común, y es que todos somos seres humanos y es importante ver a nuestro enemigo de esa manera", subraya Ibrahim.
Muchos hechos recientes han amenazado la existencia misma de la escuela: la intifada, el creciente desempleo en Cisjordania, que impide que los niños asistan a Hope Flowers, el bloqueo israelí, el acoso del sectarismo local, en fin, la falta de dinero.
Pero la testarudez pacifista de los dueños de la esperanza, los directores acosados, los maestros temerosos, los alumnos inocentes, han hecho que esas paredes no tengan el mismo destino que las de Jericó. "Hemos tenido tiempos peores en nuestra historia", dice Ghadda Ghabboun. "La vida normal es difícil para los palestinos, pero el nombre de la escuela es Esperanza, por ello jamás diremos que no podemos continuar".